En esta ocasión el post se parte en dos interesantes relatos, pues convergieron dos días importantes: mi cumpleaños y la llegada de Elías a su nuevo hogar.
Sorpresas y más sorpresas...
Ayer fue mi cumpleaños, por primera vez no esperaba nada en este día. Ya saben, llega el cumpleaños y uno espera que lo sorprendan (aunque lo nieguen) con grandes y bonitos regalos, pero este 2 de octubre era diferente. Hoy por la mañana salimos del hospital, tuve que regresar a trabajar porque había unos pendientes y bajo la promesa de que el resto de la semana podría estar con mi nueva familia y con la vieja también jejeje.
La salida del hospital pues típica, fui a pagar y aunque el precio de este lugar es infinitamente menor a los grandes hospitales, uno no deja de asustarse ante 14, 600 pesos al chas chas... Como siempre las dudas, como cuando pides la cuenta en el bar después de chupar como si fuera 2x1 y al final niegas haberte tomado esas 3 botellas de vodka jajajaja... lo mismo aquí, sólo que por 5 min extras en el quirófano, casi 2 mil pesos más a la cuenta, pero bueno finalmente uno está tan contento por salir de ahi que no le importa. Los hospitales siempre tienen ese ambiente que por más cálido que se trate de hacer, siempre en sus pasillos deambula la enfermedad, la recuperación y las esperanzas.
Llegué a la oficina y zas por supuesto ya todos sabían la nueva. Inmediatamente mi jefa me secuestro para obtener la primicia, la exclusiva del primer relato sobre cómo había estado el fantástico fin de semana. Estuvimos un buen rato hablando y oh sorpresa, el primer regalo... claro no para mi, pero qué importa, ¡¡¡un regalo siempre es un regalo!!! Una coquetísima silla para bebé con pecesitos y toda la cosa, muy bonita por cierto.
Después el resto de los amigos, todos felicitándome y queriendo saber qué pasó. Afortunadamente les envié este blog antes, así que aunque no pudieron ver las fotos por los bloqueos de sistemas, ya sabían cómo había estado la onda. Les mostré el video, las fotos y la emoción en la voz de quien había estado presente todo el tiempo. Casi no pude adelantar esa mañana, pues todos querían un poco de la historia. A la hora de comer un festejo muy peculiar, mi fiesta de cumpleaños y un baby shower para Elías, donde sólo estaba su padre jejeje. Cabe acotar que este bebé ha recibido muchísimos regalos, pero muchísimos y todos son particularmente bonitos, creo que nos han facilitado la vida pues solo hay que escoger cualquiera para que Elías se vea flamante y como nuevo.
El día transcurrió sin complicaciones. Por la noche una pequeña celebración en casa con los amigos, las mañanitas, los abrazos y el pequeño Elías presente en el festejo número 26 de su papá. Como decía al principio, cada cumpleaños uno espera las sorpresas, en esta ocasión yo no esperaba nada, no me malentiendan, lo que quiero decir es que me sentía como si ya lo tuviera todo. Pero una vez más la sorpesa... mi esposa, mi querida princesa, tenía un par de regalos más para mi. Por supuesto había que alimentar al niño que traigo dentro y que se niega a madurar jejeje, así que qué mejor que un control extra de Xbox para poder jugar con los amigos y un bonito sueter para verse más guapo en su nueva etapa de papá.
Visitas inesperadas muy bienvenidas
Elías, Elías Revolutions y Elías Reloaded...
La primera noche...
Una vez que todos se fueron, comenzó la aventura. Por supuesto que fui amenazado durante meses de que me despidiera de mis noches de juego, de mi sueño profundo y de infinidad de comodidades que da la vida del que no tiene nada que hacer más que mantenerse en pie.
Es difícil deshacerse de ese tipo de vicios, así que fiel a mi tradición de desvelos, cambié la noche de juego, la charla en internet, por un par de horas de conteplación al pequeño Elías que dormía plácidamente. Por supuesto, me acostaba y apagaba la luz, pero apenas oía un ruidito, un gruñido, un mmm un algo, me paraba velozmente. Echémosle la culpa a todos los que cuentan los peores cataclismos que suceden cuando no vigilan a sus hijos. Lo bonito empezó como a las 3 am, Chantal descansaba después de un día intensísimo tratando de enseñar al pequeño Elías, quien magistralmente y en menos de 24 horas, comprendió la técnica fantástica, milenaria, ancestral y vital dentro del instinto, de aprender a comer de su mami. Así pues, me discutía entre ver a mi esposa y ver a mi hijo, cuando de pronto éste empezó a llorar, despertó... me levanté, lo vi y pensé en despertar a su mamá, pero sentí una lástima tremenda porque dormía por fin. Asentí que era momento de poner a prueba todo lo que no sabía, no se cargar bebés, menos calmarlos, no se darles de comer, no se sacarles el aire, sé hacerlos, pero nada más... quité el velo que lo protege de los hambrientos mosquitos y puse mi mano en su espalda, en su cabeza y le platique un poco... se quedó dormido... podrán decir que es cosa que el bebé estaba cansado, pero para mi fue magia, fue un momento único, un vínculo padre - hijo, de esos que me moría de ganas de sentir desde hace muchísimos años.
Corrí a la cama y emocionado les conté a mis amigos por el chat, sin embargo no pasaron 15 minutos cuando despertó de nuevo, con el clásico chupar de paladar que indica quiere comer. En esta ocasión, su mami despertó y trató de darle de comer, pero estaba ya muy adolorida que corrí a preparle una mamila que previamente mi mamá había dejado lista para la ocasión. Hicimos todos los preparativos, la calentamos en el microondas, le pusimos su ración de leche en polvo, agitamos, probamos la temperatura en un brazo y nos enfilamos a administrar el alivio a Elías. Parece o al menos pensaba que era más complicado, sólo tuve que poner la mamila en su boca y él hizo el resto, su madre se volvio a dormir y mientras comía no dejaba de verlo. Llegó el punto en que ya no quiso más y pensé que ahora tendría que sacar el aire. Toda una experiencia. No se la verdad cuál es la verdadera resistencia del cuello de un bebé (y personalmente no quiero averiguarla), pero tratar de ponerlo sobre mi pecho para darle las bonitas palmadas en la espalda fue toda una odisea (como les dije antes, no se cargar bebés) bastaron un par de golpecitos para que saliera de su boquita el aire que le podría causar malestar. Fue otro momento muy interesante, había hecho otra cosa bien. Después abrió los ojos y nos miramos un rato, le platiqué mi día en la oficina y de que tendría que ir al día siguiente a terminar unos asuntos. Le pregunté si le gustaba lo que hasta ahora conocía y le prometí que siempre estaría con él cuando me necesitara. Finalmente cerró sus ojos y procedí a acostarlo en su cunita. Por supuesto lleno de nervios y buscando la aprobación de alguien que me dijera que así como lo había colocado estaba bien, que estaba suficientemente tapado para no tener frío pero tampoco para tener calor, que así no se voltearía y que dormiría las prometidas 3 horas. Finalmente creo que lo logré, aunque la intranquilidad de la inexperiencia me invitaba a levantarme cada 10 minutos a ver cómo estaba. No reflexionaba que me quedaban solo 3 hroas más antes de levantarme para ir a trabajar, la verdad la emoción era más fuerte que el sueño, aunque al día siguiente, no fue así...
El balance de la primera noche: despertó unas 5 veces en la noche, de la 1 a las 6 de la mañana, dormí quizá lo mismo que estaba acostumbrado a dormir, sin embargo no es lo mismo 3 horas seguidas, que sumadas cada 20 minutos... ¿y saben qué? ¡¡no puedo esperar a la segunda!!
saludos!
Carlos
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