Thursday, September 29, 2011

Un día como hoy, mi vida cambió

Pues sí, este post no lo dirigiré por primera vez a mi estimado lector, esta vez va para ti, para Elías, mi hijo.

Hace 5 años, una noche como esta abrí esta cuenta en blogger porque tenía tantas cosas en la cabeza que quería plasmarlas para que nunca se me olvidaran. Un 30 de septiembre de 2006 le diste un vuelco brutal a mis planes de ese día y a los de mi vida. Tenía 25 años, no era muy diferente a como actualmente soy, solo tenía el cabello largo y usaba un arete en mi oreja izquierda.

Aquella mañana cuando visitamos al doctor, no imaginaba que la rutina se cambiaría por la fecha en que por fin te conocería. Sentí nervios, miedo, emoción, alegría, estrés, ansiedad… todo al mismo tiempo; sensaciones que se fueron cuando a través de los cortes que hizo el Doctor en tu mamá, pude ver tu cara. Me presumo a mi mismo que fui la primer persona en el mundo que te vio, pude ver tu cara, tus ojos, tu expresión de que no entendías qué estaba pasando y desde ese momento confirmé lo que temía: te amé desde el momento en que tu mamá me dijo que estabas en su vientre y no ha pasado un solo día en que no sienta que mi mundo entero eres tú.

Hace 5 años vi como te limpiaban, estrujaban, metían mangueras en la boca, maltrataban, colgaban, volteaban, etc. Hoy tu vida es muy diferente, hablas perfectamente, caminas, corres, no piensas en otra cosa más que en jugar y alegras mis mañanas, tardes y noches con todas tus ocurrencias. Sabes leer, sumar, restar y te empecinas en aprender las tablas, ya vas en la del seis y lo estás haciendo bien. Te gustan los deportes, vemos juntos fútbol, tenis y el otro día me acompañaste (y te emocionaste) viendo una competencia de gimnasia rítmica. Te gusta también jugar videojuegos y a mi me encanta cuando los jugamos juntos, eres muy bueno en algunos y un excelente compañero para videojugar.

También te gusta inventar juegos, siempre sobre competencias, pones y quitas puntos, tienes poderes y vidas limitadas. Creo que ya vas por tu tercer cuaderno; tu mamá te los compra y te encargas de llenar todas sus páginas con tus dibujos, historias, marcadores de partidos y cuanta cosa se te ocurre. Esta semana te ha fascinado bakugan y con una sola explicación entendiste perfecto como utilizar netflix en el nintendo wii. Tus caricaturas del momento son Octonautas y aunque ya no lo ves mucho, el Equipo Umizumi. Antes de dormir te gusta ver una que se llama Nodi en el país de los juguetes. Sigues negándote a dejar la tina completamente y solo accedes a bañarte en la regadera los fines de semana. Es raro, a veces lo haces perfecto y otras más te sigues quejando de que el agua te cae en la cara.

Todas las mañanas te llevo en bici a la escuela. Te gusta que al estacionarnos nadie de tu salón te vea. Te abrazo y te bajo de la silla, caminas detrás de mi y esperas a que abran la puerta de la escuela. En cuanto la abren me toca decir "hoy nada más vino su lonchera" y en ese momento saltas y les dices "buuuu" y te metes corriendo a saludar a tus maestras y amigos.

Cuando caminamos por la calle te gusta darnos las manos a mamá y a mi y "flotar" lo cual logras saltando con pasos largos, es muy chistoso.

Te gusta ir a McDonald's, comer huevo tibio con limón y sal, salchichas con catsup. Tienes un gato, que aún no sabemos si se quedará, le pusiste por nombre Linterna Verde. Dices que Linterna es su nombre y Verde su apellido. Te gusta que juegue con tus pies y también te gusta ayudarme a ponerle agua y comida en sus platos. Le haces pelotas de papel y se las avientas para que las persiga.

Ha sido un gran año, cambiaste muchísimo respecto al anterior. Fuimos a la playa y ya no tuviste miedo del mar, de las albercas. Te metías y jugabas con tus primos muchísimo. Tu mamá y yo pudimos, después de 5 años, meternos juntos al mar, fue una sensación muy extraña. Hace una semana, como todas esas cosas que haces tu, totalmente autodidacta nos enseñaste que ya sabías hacer bucitos en el jacuzzi de casa de tus abuelos; me parece genial, espero que pronto podamos nadar juntos.

Este año participamos juntos en 3 carreras, la de Cartoon Network, Kinder Sorpresa y la de Nintendo. Te gusta entrenar en el parque y te encanta cuando en la carrera eres más veloz que el resto, incluso jalándome para demostrar qué tan fuerte estás.

Aún tienes el pelo un tanto largo, pero insistes en quererlo cortar más pequeño. La culpa es de Messi, lo admiras tanto que en cuanto se cortó el pelo tu también querías tenerlo corto.

Hace un momento te lleve a tu cama, porque tomaste una siesta desde las 4 de la tarde, despertaste a las 11 y con suerte te volviste a dormir 30 minutos después. Cuando te llevé ya eran pasadas las 12, así que técnicamente ya era tu cumpleaños. Te abracé dormido y te dije felicidades, quiero presumirme una vez más, que fui el primero en darte tu abrazo de cumpleaños número 5. ¿Sabes qué más hice? me bañé mientras te quedabas dormido y me afeité muy bien toda la cara, bueno las cejas claro que no. Pero aunque lo que tengo de barba y bigote es mínimo me dices cuando te abrazo y beso que estoy picoso, pero hoy no será así, es tu cumpleaños y te quiero dar mil abrazos y mil besos.

Hoy empezamos nuestro 5º año juntos. Me has enseñado muchas cosas y creo que también te he enseñado unas cuantas más. Así va la vida ahora que terminas los cuatro años, ya te he puesto todo lo que te gusta, lo que haces y seguro que se me va algo más, pero bueno mi memoria ya no es lo que era jejeje.

¿Por qué te escribo todo esto? Porque al igual que hace 5 años, me haces sentir muchas cosas que quiero que queden donde puedan ser leídas después. Porque un día quizá te interese leer cómo eras cuando eras pequeño y pues también, para asegurarme que nunca se me olviden.

Espero que hoy te diviertas mucho y que sigas siendo el niño feliz que eres ahorita y no te preocupes, que por mi parte haré todo lo que pueda para que así sea.

Te quiere tu papá

Friday, April 01, 2011

El Lebron que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina


A decir verdad, solo soñaba con el galón de gasolina, pero muy ad hoc está añadirle lo del cerillo. Pues bien, cuando uno decide emprender un viaje, cua

lquiera que este sea, es decir ir de un punto A a un punto B puede ser tan simple como seguir la línea que une ambos puntos. Pero también se puede complicar tanto como se desee, por ejemplo añadirle un punto C, un D, un -B y por que no un punto H.

Pues bien, dicho esto, el relato que están por leer narra una de estas aventuras lebronas, donde ir de un punto A a un punto B se hace recitando el abecedario a la inversa, es decir, de la A, sigue la Z...



La historia comienza una poco fría mañana, estos días de primavera han dejado muy claro que el frío que sentimos en los meses pasados ha quedado en el olvido. Nos levantamos mucho antes de que el sol nos regalara un pestañeo y después de un breve duchazo, estábamos listos, maletas en mano, subiendo todo al auto del buen Molcas (@lebron6) para emprender el viaje.

El viaje consistía en ir a la exquisita ciudad de Guadalajara. Ciudad que nos quitó tanto, pero que de cuando en cuando nos deja probar de sus delicias y recuperar un poco de nuestra historia con los amigos.

Corría el año de 1995 cuando la familia Toshishige, por quienes sentíamos un gran aprecio, partieron para no volver más a la perla tapatía. Después de 15 años, seguimos en contacto. Nos escribimos no tanto como podemos, chateamos no tanto como debemos y nos vemos mucho menos de lo que queremos. El caso es que este año se casaba la hermana mayor del Clan Toshishige: Laura.

La ocasión ameritaba y por mucho hacer el viaje. Reunirnos los que quedamos y los que pudimos para celebrar la ocasión y recordar nuestras épocas cuando, adolescentes, compartíamos cada día en la escuela y tarde en el cine o donde se pudiera.

Como decía, partimos por ahi de las 6:10 de la mañana. Cajuela cargada, harto ánimo y un largo camino por delante. Los triuplantes, Molcas (@lebron6) como piloto, Madroño (@lebron8) como copiloto, su servidor (@lebron7) y la esposa Chantal (@nchantal) completabamos el cuadro. Con un retraso de algunos minutos que después se convertirían en kilómetros, iban en otro auto el buen Mike (@olevar) y su chica Caro.

La primer hora transcurrió sin mayor conflicto que el de ir poniendo la música adecuada para dejar las horas de sueño atrás. Fue así que pasamos una caseta, luego otra, con la diversión de hacer check in en Foursquare en cada una de ellas para al final ver quién lograba más puntos (sí, lo sé, somos ñoñísimos). El plan era llegar a una recomendadísima barbacoa en el poblado de Atlacomulco. Lo logramos por ahi de las 7:15, paramos el auto y se dijo algo así como "aquí es la barbacoa" lo cual provocó que alguien hiciera la pregunta "¿pero a esta hora tienen hambre?" la esposa dijo un convincente "yo no" que motivó a que el coche arrancara de nuevo y siguieramos en el camino. Aún no sabemos por qué, ni siquiera fue un "yo no" autoritario, simplemente obedecimos como sumisos lebrones que somos jajaja.

El camino siguió y las risas lo acompañaron, nuestra siguiente gran emoción sucedió cuando un perro se atraevsó en el camino y Molcas brillantemente lo esquivó. Digamos que a unos 150km por hora, la maniobra fue de alto grado de dificultad y la adrenalina en los tripulantes se desbordó por las ventanas.

Al llegar al estado de Michoacán, pusimos a todo lo que daba "Caminos de Michoacán" y el ambiente se puso a tope. Le siguieron muchísimas canciones típicas y divertidas que nos invitaron a cantar, reir y ver que lo que estaba por delante era un excelente viaje con los amigos.

Seguramente estimado lector, si ha llegado hasta este punto sin aburrirse o sin parar, se preguntará el por qué del título y qué rayos tiene que ver todo esto. Pues resulta, y se lo digo también como consejo por si en alguna ocasión toma la carretera que va de la Ciudad de México a Guadalajara, que hay un extenso tramo, calculamos unos 200km en donde no encontrará una gota de gasolina. Es así como después de muchos kilómetros y canciones nos encontrábamos en la reserva, pero sin preocuparnos, pues estos costosos caminos de autopista, suelen tener estaciones de servicio cada caseta.

Fue así como llegamos a uno de esos pueblos impronunciables de Michoacán, puede ser que fuera la caseta de Curandeo o algo así, la verdad ya no lo recuerdo, pero con la reserva gastada el buen Molcas preguntó a la chica de los peajes, a cuántos kilómetros es encontraba la gasolinera más cercana. Con mucha claridad vimos ahí mismo, un letrero que decía Gasolinera, 2 km. Pero señalaba otra dirección a la que íbamos. Por lo visto implicaba dar una vuelta, tomar una curva, entrar al poblado de impronunciable nombre y encontrar la estación. La señorita de los peajes dijo con voz firme que la siguiente gas estaba a 40km.

Ese dicho pasó como uno de esos helados sentimientos que recorren la espina desde el cuello a la espalda baja y que sabes que algo malo está por pasar. Entre las risas, los nervios y el ánimo, la esposa dijo nuevamente "ay 40 km no es tanto" y dijimos "pues vámonos" y seguimos el camino.

Transcurrieron 10, 15, quizá 20 km y nuestras voces se atenuaron un tanto por los nervios y la incertidumbre de saber qué es lo que pasaría: ¿lo lograríamos? ¿tendríamos que empujar? ¿aparecería un ángel verde con gas para nosotros? Las respuestas estaban a unos minutos de ser contestadas, sin embargo nos emocionaban tanto como a un niño la noche de navidad.

A lo lejos lo vislumbramos, ahi, a la orilla de la carretera, sobre el poste, el letrero azul con el símbolo de gasolina con una leyenda por demás alentadora: "Gas 6km". De inmediato gritos de emoción, risas y la seguridad de que habíamos burlado a la mala suerte. Sin embargo casi de forma perfecta, con una exactitud de reloj suizo, tan pronto terminamos nuestra celebración, el coche se detuvo...

Al silencio siguieron risas nerviosas y la expresión clara en nuestros rostros que sin palabras decía "ahora qué hacemos".

Nos bajamos del auto y el sol, a pesar de ser poco más de las 10 de la mañana, se dejaba sentir con un calor veraniego, seco y abrazador.

Nos mirábamos unos a otros y riéndonos pensábamos en posibles soluciones. Nadie lo había dicho en serio, pero parecía que solo nos quedaba empujar. Rápidamente contactamos a Mike para avisarle de nuestro infortunio y ver de qué forma podía ayudarnos, sin embargo las noticias no eran muy buenas, se encontraba a unos 80km de nosotros.

Con la adrenalina en el viaje decidimos que la mejor idea era empujar el auto. Así comenzamos a empujarlo entre risas, órdenes vikingas esclavizantes que nos "motivaban" a empujar con más ganas. La esposa elegantemente se dirigía el auto mientras se pintaba las uñas. Yo sudaba como precious por lo que me quité la playera (hay quien dice que solo busco un pretexto para encuerarme, he de confesar que es cierto y que a veces ni siquiera necesito un pretexto para hacerlo).



La primer subida fue dura, pero estábamos frescos y emocionados así que no lo sentimos tanto. Cuando llegamos a la bajada empujamos con todas nuestras fuerzas y corrimos (erroneamente) tras el auto que se iba veloz. La segunda subida fue igual, nos reíamos pero ya nos comenzábamos a cansar, sin embargo logramos repetir la hazaña.

Para la tercer subida ya íbamos desmotivados, asoleados y cansados, pero no evitó que lo consiguiéramos. Se nos ocurrió la genial idea de que cuando el auto fuera en bajada, correr veloz y meternos en él, aprovechar la inercia y llegar frescos hasta el siguiente punto de empuje. Así lo hicimos.

Para la cuarta subida ya estábamos muy cansados, así que nos trazábamos metas "empujamos de aquí al letrero amarillo, después descansamos... llegamos hasta el puente y... ahi en la sombra nos orillamos..."

Cuando tocó el turno de la bajada fue cuando llegó la verdadera emoción. En un acto heróico le grité a Molcas que él se subiera primero. Madroño y yo empujamos un poco más en la bajada, tratamos de que tomara más impulso. Le dije que ahora se metiera él y eso hizo. Cuando abrió la puerta para subirse algo pasó, se le trabó o le rebotó la puerta pero no alcanzó a meterse, lo que provocó que se tropezara y, con la puerta abierta, colgado de la orilla siendo arrastrado y remolcado por el auto mientras yo corría por el otro costado para entrar por la ventana. Cuenta Molcas que volteó y vio a Madroño con cara de "ya valí" aferrado a la orilla. Le dijo "ya suéltate" en el momento preciso que yo entraba por la ventana, dos camionetas pasaban junto a nosotros a toda velocidad y Madroño rodaba por el acotamiento cual película de acción. Volteábamos por la ventana y lo veíamos tirado en la carretera, sin embargo le dijimos a Chantal que no se detuviera, pues arruinaría la inercia que llevaba el coche. Madroño mientras tanto, se rodó fuera de la carretera para caer en la orilla. Para su mala fortuna aterrizó en un hormiguero.

Cuando el coche se detuvo y Madroño nos alcanzó, la risa no nos dejaba hablar. Él herido de pies y manos, además de un tenis roto, los demás, no dábamos crédito a lo inverosímil de atropellarse a si mismo mientras empujas un auto.

Todavía logramos empujar el auto un poco más. Llevábamos unos cuatro kilómetros y medio cuando desde el horizonte un punto rojo, veloz, se aproximaba hacia nosotros. Era Mike, por fin había llegado. Una hora nos tomó empujar el auto por esos 4.5 km y ese mismo tiempo le tomó a Mike, pasar por gasolina y alcanzarnos.



Finalmente le echamos la gasolina al tanque y el auto encendió. Avanzamos 40 segundos en el coche y voilá, ahi estaba la gasolinera, tan lejos, tan cerca.

Ese es el relato de la carretera. Más tarde vendrían las aventuras de la fiesta y las aventuras del viaje de vuelta, pero esos, esos serán relatos de otro post.

Gracias a la esposa, (@nchantal), Molcas (@lebron6), Madroño (@lebron8) y Mike (@olevar) por ser mis amigos de toda la vida y hacer de cada vivencia, una experiencia memorable e inolvidable.

Hasta la próxima estimado lector, no olvide, si así lo gusta, dejar un comentario.